miércoles, 1 de febrero de 2012

Chico y Rita (“¿O es que usted nunca estuvo en la Habana?”)


Una historia de amor difícil. Original, diferente; por la forma de narrarla y por el estilo, por su arte, por la gracia, el alma que desprenden los personajes y el trabajo bien hecho que  llega al espectador. Porque la historia identifica, conmueve…”Necesitaba volver a besarte” Romántico ¿verdad?.
Con una pizca de todo, Trueba, Mariscal y Bebo Valdés se asocian para ofrecernos una visión del cine de animación diferente, y una ambientación muy lograda con una historia que toca el corazón del espectador. Y otra forma de rodar, con el dibujo por bandera.
Se oye el mar en algunas secuencias, otro actor más, así como la música, que envuelve las escenas con una caricia, desde el piano de Bebo, hilo conductor de toda la historia, sin olvidar  otros instrumentos que, a lo largo de la película suenan con acierto, el mismo que se ha tenido con los maravillosos boleros escogidos.


El color varía y se va adaptando, ya que dependiendo de la hora, el lugar e incluso el ánimo de los protagonistas la paleta cambia del predominio de los tonos azafrán a los azules y añiles. Incluso blancos y grises. Visualmente resulta casi una aventura, desde los detalles más pequeños, como los interiores, las manos de los protagonistas, los objetos. La sensación de asomarse al balcón de una ciudad colorida y animada…Y es que la Cuba de 1948 era otra Cuba, el destino soñado, el paraíso que ya nunca conoceremos…Frente a la Cuba de hoy decadente y comunista, heredera del encanto que fue.


El amor con todo lo que conlleva, a veces con su ligereza otras con su pesada carga, las risas y las lágrimas como en toda buena historia que se precie, sin llegar a West Side History aquí hay un poco de todo, y casi una pizca de Casablanca…



Si el amor no fuera tan palpable en esta historia, si la vida fuese fácil, si los celos, la mentira, la atracción, la posesión, la pasión no existieran. Si el malecón no estuviera. Si la Santera no hubiera hablado, si el olor a mar no estuviera inexplicablemente presente en todo el metraje…Quizá la película no tuviera ese halo indescriptible que la hace como es.

La Habana, como uno más con sus ruidos, sus vecindarios inquietos, casi palpable, con su costumbrismo, el azul que la rodea, porque los personajes no se pueden entender si la ciudad ni la ciudad sin ellos, Rita, la mulata deliciosa, un personaje complejo, con una gran dulzura y fragilidad, exuberante, cálida, que conquista por su descaro y por su vulnerabilidad, da el contrapunto a Chico, el conquistador, el desinhibido, el talentoso, el enamorado, y físicamente Bebo Valdés, un guiño del director…


Cien por cien recomendable el “cómo se hizo” que ayuda a entender la magnitud de la película, como se ha logrado dar esa precisión y detalle a los dibujos, ya que detrás del trabajo de diseño se esconden actores reales que también representan, como en otra dimensión la obra. Y la ciencia (casi ficción) que hace que la animación vaya cada día más allá y no deje de sorprender al espectador.


Y al final resulta que hay vida después de Almodóvar, y aunque no haya pega por mi parte con el Manchego por aquí sabemos hacer más cosas y algunas diferentes, hasta emocionantes. Y la peli vale la entrada, o el alquiler, porque es brillante, arriesgada y original. Sólo queda verla.



1 comentario:

  1. Fantástico, tan agradable como ver la película ha sido leer este post. Yo ya la había visto, pero me han dado ganas de volver a hacerlo. Y fijarme en el tema del cambio de luz según el humor de los protagonistas (no me había dado cuenta)

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