Porque
evidentemente una cosa es lo que los diseñadores eligen para presentarnos y
otra muy diferente lo que cada una nos compramos ( o nos ponemos). Si
pudiéramos abrir los armarios de otras chicas nos llevaríamos sorpresas (gratas
y no tanto) auténticos tesoros heredados o comprados en los más variados
lugares. Las más suertudas se patean tiendas y mercadillos allende los mares, (o
heredan un Valentino o un Dior de la tía-abuela) mientras que otras nos conformamos
con Zara, HM, mercadillos locales y compañía, y la verdad la variedad y los
estilos que podemos conseguir en estos lugares es tan amplia que no podemos
quejarnos. Ni mucho menos. Ya he comentado en alguna ocasión que al más
valiente y entregado de los hombres le entran sudores fríos y mareos al ver la
cantidad de prendas en cualquiera de estos comercios(y de los mercadillos para qué hablar)…Mientras a nosotras se nos
acelera el corazón y con mirada experta recorremos los muebles embelesadas y
desgranado lo nuevo, lo diferente…
Por eso quería escribir esta entrada, porque moda o no moda es un nombre que creo que necesita más explicación; cada uno elige cómo y lo que quiere llevar, y aún así, muchas veces nos condicionan peligrosamente las tendencias. Cada chica es única, cada día tenemos la posibilidad de conocer mejor nuestro cuerpo y experimentar para saber lo que nos sienta mejor, con que tendencias estaremos más favorecidas y con cuáles no, y lo mismo sirve para los hombres.
De eso se trata: de
experimentar, probar y divertirse con este juego que es la moda, y que sin embargo
a veces llega a ser demasiado “mandona”, como aquel año en que se me “antojó”
un jersey verde botella y tras patearme unas 20 tiendas por fin lo encontré,
todo porque los señores de “pantone” o los que guiaran la tendencia de color de
ese año decidieron que este verde no se iba a llevar. Y yo soy una enamorada
del color que, además me sienta de maravilla, hasta tal punto que como
últimamente sí está de moda he decidido limitar mis compras del tono en
cuestión, pues tampoco se trata de tener el armario monocolor.
Luego están las
tendencias más locas o eso nos parece, como los pantalones campana que juré no
llevar, y tantas otras cosas que la moda acaba metiéndonos por el ojo; hasta
que de no gustarnos pasan a ser casi obligadas o va y acaban siendo de los
preferidos de nuestro guardarropa.
Y las prendas
que amortizamos y la que no. ¿Para qué nos sirve una prenda muy barata si luego
la vamos a dejar olvidada? y al revés: hay ropa cara pero atemporal que
combinada sabiamente enriquece nuestro estilo hasta darnos un aire nuevo y
diferente, hasta imprimir ese sello personal que todas quisiéramos tener y que
sólo algunas consiguen.
Mientras tanto,
desde casa y desde esta vida normal-pero estupenda- llena de pequeños tesoros
que cada día nos inundan la mirada desde los escaparates y desde el propio
ordenador-seguimos soñando con grandes diseñadores, con prendas increíbles, o
porqué no, con acudir algún día a la semana de la moda de parís, en primera
fila, junto a la Wintour. Total: soñar es gratis, y, como siempre a vosotros gracias
por acompañarme y por arroparme en esta locura maravillosa que es escribir este
blog “porque sí” porque me gusta y porque me divierte.
Un beso. Lola
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